El diálogo interreligioso mal entendido conduce a la confusión o al sincretismo
Esta oración pide también a Dios el don de ver en el otro a un
hermano que debe amar, y de reconocer en la tradición en que él vive un
reflejo de esa Verdad que ilumina a todos los hombres (Nostra Aetate, 2).
Por eso conviene que cada uno se sitúe en la verdad ante Dios y ante el
otro. Esta verdad no excluye, y no comporta una confusión. El diálogo
interreligioso mal entendido conduce a la confusión o al sincretismo. No
es este el diálogo que se busca.
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