La fe en la vida eterna da al cristiano el valor para amar aún más intensamente esta tierra nuestra
Y al acudir a los cementerios para rezar con afecto y con amor por
nuestros difuntos, se nos invita, una vez más, a renovar con valor y
con fuerza nuestra fe en la vida eterna, es más, a vivir con esta gran
esperanza y a dar testimonio de ella al mundo: después del presente no
está la nada. Y precisamente, la fe en la vida eterna da al cristiano el
valor para amar aún más intensamente esta tierra nuestra y trabajar
para construirle un futuro, para darle una esperanza verdadera y segura.
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