las familias necesiten recuperar el genuino sentido de la fiesta, especialmente del domingo, día del Señor y del hombre.
La fiesta, por su parte, humaniza el tiempo abriéndolo al encuentro con
Dios, con los demás y con la naturaleza. De ahí que las familias necesiten
recuperar el genuino sentido de la fiesta, especialmente del domingo, día del
Señor y del hombre. En la celebración eucarística dominical, la familia
experimenta aquí y ahora la presencia real del Señor Resucitado, recibe la vida
nueva, acoge el don del Espíritu, incrementa su amor a la Iglesia, escucha la
divina Palabra, comparte el Pan eucarístico y se abre al amor fraterno.
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