ninguna religión, ninguna cultura puede justificar que se invoque o se recurra a la intolerancia o a la violencia
Por tanto, ninguna religión, ninguna cultura puede justificar que se invoque o se recurra a la intolerancia o a la violencia. La agresividad es una forma de relación bastante arcaica, que se remite a instintos fáciles y poco nobles. Utilizar
las palabras reveladas, las Sagradas Escrituras o el nombre de Dios
para justificar nuestros intereses, nuestras políticas tan fácilmente
complacientes o nuestras violencias, es un delito muy grave.
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