Nuestra oración por los muertos es,
por tanto, no sólo útil sino que también es necesaria, ya que ésta no
sólo les puede ayudar, sino que al mismo tiempo hace eficaz su
intercesión en nuestro favor (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 958). También la visita a los cementerios,
a la vez que custodia los lazos de afecto con quien nos ha amado en
nuestra vida, nos recuerda que todos vamos hacia otra vida, más allá de
la muerte.
las familias necesiten recuperar el genuino sentido de la fiesta, especialmente del domingo, día del Señor y del hombre.
La fiesta, por su parte, humaniza el tiempo abriéndolo al encuentro con Dios, con los demás y con la naturaleza. De ahí que las familias necesiten recuperar el genuino sentido de la fiesta, especialmente del domingo, día del Señor y del hombre. En la celebración eucarística dominical, la familia experimenta aquí y ahora la presencia real del Señor Resucitado, recibe la vida nueva, acoge el don del Espíritu, incrementa su amor a la Iglesia, escucha la divina Palabra, comparte el Pan eucarístico y se abre al amor fraterno. Extracto de: Mensaje - II Congreso Nacional de la Familia [Ecuador, 9-12 de noviembre de 2011]
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