Una vez más en la oración, iniciada según las formas rituales de la tradición bíblica, Jesús revela su identidad y su voluntad de cumplir totalmente su misión de amor total, de ofrenda en obediencia a la voluntad del Padre
Una vez más en la oración, iniciada según las formas rituales
de la tradición bíblica, Jesús revela su identidad y su voluntad de
cumplir totalmente su misión de amor total, de ofrenda en obediencia a
la voluntad del Padre. La profunda originalidad del don de
sí a los suyos, a través del memorial eucarístico, es la culminación de
la oración que marca la cena de despedida con ellos. Al contemplar
los gestos y las palabras de Jesús esa noche, vemos claramente que la
relación íntima y constante con el Padre es el lugar donde Él realiza el
gesto de dejar a los suyos, y a cada uno de nosotros, el Sacramento del
amor, el "Sacramentum Caritatis". Dos veces en la Última Cena resuenan las palabras: "Haced esto en memoria mía" (1 Cor. 11, 24.25). Con
el don de Sí mismo, Él celebra su Pascua, convirtiéndose en el
verdadero Cordero que lleva a cumplimiento todo el antiguo culto. Esta es la razón por la que San Pablo, hablando a los cristianos de Corinto afirma: "Cristo,
nuestra Pascua, [¡nuestro Cordero pascual!], ha sido inmolado. Así que,
celebramos la fiesta... con panes ázimos de sinceridad y verdad" (1 Cor
5, 7-8).
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